Según la OMS, una de cada seis tiene problemas para
procrear; la medicina logró avances, pero casi no hay espacios gratuitos para
contener psicológicamente durante la espera.
"Desde que decidimos empezar a buscar un hijo y nos
dimos cuenta de que no se daría de la manera natural, estamos en un limbo que
nos tiene a mí y a mi marido con la vida entre paréntesis", dice Mariana,
una mendocina de unos 40 años, al finalizar una charla sobre las dificultades
que algunas personas enfrentan a la hora de concebir hijos.
Según las estadísticas de la Organización Mundial de la
Salud (OMS), una de cada seis parejas tiene problemas para procrear: no logran
el embarazo o los pierden. Y la gran mayoría, que ya se veían con ese hijo en
brazos, se sienten solas y viven con cierta vergüenza o pudor lo que les pasa.
Los especialistas afirman que los espacios de contención
donde pueden compartirse experiencias ayudan a soportar la espera. Sin embargo
son pocas las organizaciones que brindan este asesoramiento de manera gratuita.
La ONG Concebir, que brinda talleres gratuitos en la Sociedad Argentina de
Medicina Reproductiva, en el barrio de San Nicolás, y un grupo de Facebook
llamado el Club de las Soñadoras son dos de las agrupaciones que cumplen esta
función.
"Los estudios indican que el tránsito por la búsqueda
de un hijo que no llega es psicológicamente comparable al duelo por la pérdida
de un ser querido", sostiene Pía Zgrablich, médica especialista de La
Plata. Su colega porteño Adan Nabel agrega: "A veces pasa un año o dos
hasta que la pareja es diagnosticada con infertilidad. Les dicen que se relajen
y que así lograrán el embarazo. Ese mensaje, señalan los estudios de la
Asociación Nacional de Infertilidad de Canadá, estresa aún más a las parejas y,
en especial, a las mujeres, que suelen sentir que es culpa de ellas".
En los últimos años, la medicina reproductiva avanzó con
diferentes tratamientos, y la ley nacional de reproducción médicamente asistida
contempla la cobertura estatal, de las obras sociales o empresas de medicina
prepaga de algunos de ellos.
El camino
"Nuestra búsqueda fue una ambivalencia de emociones.
Teníamos desilusión y bronca. No entendíamos por qué pasaban los tratamientos y
no llegaba nuestro hijo. Eran días en los que queríamos tirar todo por la
borda. Pero, a su vez, la esperanza y la alegría nos volvía a cargar las pilas.
Algo nos decía que estábamos muy cerquita del final del camino. Y ahí estaba
Felicitas, esperándonos", cuentan Gisela de Antón, presidenta de Concebir,
y su esposo, Claudio, el peregrinaje que terminó con un final feliz.
"Poner el cuerpo es muy doloroso. De repente la vida es
un entrar y salir de estudios y centros de fertilidad", hace catarsis
Julieta, que busca concebir hace cuatro años.
Beatriz tiene alrededor de 60. Poco después de casarse
empezó a buscar un hijo y ese sendero duró muchos años, sin suerte. Su esposo
se mostraba reacio a acompañarla al médico. Tampoco él quería seguir el camino
de la adopción, le daba bronca, vergüenza, "y uno sin el otro -pensó ella-
no es nada". Por eso bajó los brazos. Cuarenta años después contó su
historia frente a unas 80 personas, en el salón de un hotel de Salta.
"Pude ser feliz. Tengo unos sobrinos hermosos a los que les di todo el
amor. Pero no se queden sintiendo que podían haber luchado más. Son heridas que
siguen doliendo, aun de viejas", dijo.
"Encontrarnos, saber que no estamos solos, que no
estamos locos por sentir lo que sentimos, hace bien", afirmó Cecilia al
final de un encuentro en Luján. "La mayoría de las parejas sienten que no
van a ser padres jamás. Transitan un laberinto de emociones: afrontar que no lo
serán en forma natural, sentir vergüenza por tener problemas para concebir,
vivir con el miedo a que su pareja los deje y desesperanzarse ante los resultados
negativos de un tratamiento", cuenta De Antón.
"Las parejas a las que, en general, les va mejor son
las que se comunican lo que sienten y no dejan que el dolor las paralice",
argumenta la médica especialista Estela Lancuba.
El psicólogo Miguel Espeche advierte: "El hijo es
siempre más que un hecho biológico y su persona está constituida, también, por
la trama psicológica que lo antecede y dentro de la cual nace".
Mariana cuenta que al salir de la aspiración de sus óvulos
su médico comentó al pasar: "Con esos ojos tan lindos y esos óvulos tan
horribles que tenés". La forma en que comunican los médicos puede ser un
ancla o una boya emocional. Y también está el prejuicio social que relaciona la
fecundidad con la virilidad o la femineidad. Esto refuerza la vergüenza y
acentúa el tabú.
El tema de la pareja es clave, afirman los especialistas.
Héctor es un camionero de larga distancia de La Plata. Cuando vuelve a su casa
trata de encontrarse con su esposa. Sin embargo, a veces, ella está tan
agresiva que él no sabe cómo acercarse. Su mujer le contesta que, a veces,
siente que es la única que sufre y eso la enoja. "Las parejas que
sobreviven a esta experiencia son las que logran acompañarse y compartir lo que
sienten. Y así terminan fortalecidas", afirma Juan Aguilera, especialista
de Salta.
"Cuando les pregunto cuándo fue la última vez que
tuvieron relaciones sexuales, por un tema médico vinculado a los
espermatozoides, algunas parejas ni lo recuerdan", cuenta el doctor
Edgardo Andreatta, presidente de la Asociación Argentina de Centros de
Fertilidad Asistida.
Para el médico mendocino Antonio Sarra Pistone, es bueno
conocer las probabilidades de lograr un embarazo a partir de un tratamiento
que, en promedio, suele ser de 35 a 40% en la fertilización in vitro y de 50%
en la ovodonación, aunque esto siempre depende de la salud reproductiva de cada
pareja. Sin embargo, aclara, muchos con los peores pronósticos y con ayuda de
la ciencia, lo logran.
Fuente: La Nación
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