Comunicado de la Conferencia Episcopal. El Ministerio de
Salud había actualizado la semana pasada la guía para lograr su aplicación en
todo el país.

El texto habla del “derecho” a la Interrupción Legal del
Embarazo (ILE), una manera más amable de referirse al “aborto no punible”. Y se
refiere a las mujeres y a las personas trans. “Toda mujer, niña, adolescente y,
en general, toda persona con capacidad de gestar, tiene derecho a solicitar una
interrupción legal del embarazo que cursa”, cuando el embarazo representa un
peligro para su salud y su vida o si proviene de una violación.
“Con sorpresa constatamos que, en lugar de procurar caminos
de encuentro para salvar la vida de la madre y su hijo, y de buscar opciones
verdaderamente terapéuticas y alternativas, las autoridades obligan a impulsar
el aborto”, dice el mensaje de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia
Episcopal, que preside el arzobispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo.
El protocolo plantea que “la decisión de la mujer es
incuestionable y no debe ser sometida por parte de las/los profesionales de la
salud a juicios de valor derivados de sus consideraciones personales o
religiosas”. Y este es otro de los puntos cuestionados por la Iglesia: “En
cuanto a la objeción de conciencia individual, el Protocolo la niega en la
práctica cuando obliga a los médicos objetores a practicar un aborto cuando no
esté disponible ningún otro profesional dispuesto a eliminar dicha vida”.
Pero el nuevo protocolo da razones médicas: “La interrupción
del embarazo es un procedimiento sumamente seguro si es practicado con los
instrumentos y en las condiciones adecuadas. En los países donde el aborto está
permitido por ley y el personal de salud está capacitado para ofrecer servicios
seguros, la tasa de mortalidad por estas prácticas es baja, de 0,2 a 2,0 muertes
por cada 100 mil abortos”.
En Argentina hay 500 mil abortos clandestinos por año, que
terminan con 80.000 internaciones derivadas de las malas prácticas y 100
mujeres muertas. El nuevo protocolo busca mejorar la situación, pero
sorpresivamente Adriana Álvarez, la coordinadora del Programa Nacional de Salud
Sexual, debió dejar su puesto esta semana, aunque seguirá en el ministerio.
Está claro que es un tema espinoso. En marzo, al asumir como ministro de Salud,
Daniel Gollan dijo que propiciaría un “debate maduro” sobre el aborto, pero el
jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, salió rápidamente al cruce y subrayó que no
estaba “en la agenda tratar el tema”.
Fuente: Clarín
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