miércoles, 30 de abril de 2014

Cigarrillos electrónicos, igual al tabaco según la OMS

Son muchísimas en el mundo entero las personas que buscan dejar de fumar y recurren a este dispositivo. En nuestro país la legislación actual prohíbe su venta.

Creados en China en 2004, los cigarrillos electrónicos(o e-cig) se comercializan sin restricciones en la mayor parte del mundo. Quienes avalan su utilización aseguran que es una metodología eficaz que permite abandonar paulatinamente el consumo de cigarrillos tradicionales que contienen unas 4.000 sustancias tóxicas. Sin embargo, la legislación argentina prohíbe su comercialización. 

De acuerdo con los argumentos del Ministerio de Salud, no existen pruebas suficientes que determinen que los e-cig son seguros para el consumo humano. “No sólo no está probada su inocuidad, sino que hasta podría retrasar el proceso de cesación tabáquica de un fumador que intenta dejar el hábito”, sostienen desde el Programa Nacional de Control de Tabaco del Ministerio de Salud de la Nación. 

En Argentina, las críticas hacia los cigarrillos electrónicos se basan fundamentalmente en la utilización de nicotina. “Son promocionados como productos que mejoran la calidad de vida pero poseen, por el contrario, cantidades variables de nicotina, droga sumamente tóxica y con fuertes propiedades adictivas”, agregan los responsables de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) propone que el cigarrillo electrónico sea tratado como al tabaco, es decir, como un problema de salud. El director de Tobaco Free Initiative (Iniciativa Sin Tabaco) de la OMS, Armando Perruga, asegura que todavía no existe una evidencia científica ni información suficiente sobre los peligros a largo plazo de este tipo de cigarros, pero está demostrado que contienen sustancias tóxicas y cancerígenas iguales a las del tabaco. 

Los cigarros electrónicos se empezaron a comercializar hace una década, pero durante los últimos dos años se ha popularizado su uso, algo que Armando Perruga achaca a que las sustancias tóxicas que genera el vapor de los cigarros electrónicos están concentradas en términos y cantidades menores que en el humo del tabaco, y esto hace deducir a la población que son inofensivos. Desde la OMS alertan que hay que tomar precauciones a la hora de consumir este tipo de cigarros, ya que tienen una efectividad baja como remedio único para dejar de fumar e insisten en el mensaje de "mejor no fumar". 

El mecanismo

Los e-cig son inhaladores electrónicos destinados a simular y sustituir el consumo de tabaco. A través de una resistencia, se calienta y vaporiza una solución líquida (e-liquid) a base de nicotina con un aroma que suele imitar a cigarrillos o habanos. A su vez, en lugar del humo tradicional del tabaco, quienes utilizan estos dispositivos exhalan vapor de agua que no afecta a las personas que los rodean. 

Los especialistas que defienden la utilización de los cigarrillos electrónicos remarcan que si bien en una primera etapa se utiliza una solución química con un 6% de nicotina, esta cantidad se reduce a lo largo del tratamiento hasta un 0,1%. Además, hacen hincapié en que el e-liquid contiene apenas 20 sustancias, contra las 4.000 que ingresan al organismo al consumir un cigarrillo tradicional. 

Vacío legal

Tentados por este dispositivo, muchos argentinos regresan de sus vacaciones con un cigarrillo electrónico y, una vez en el país, se encuentran ante un vacío legal. En este sentido, la normativa nacional y de varias provincias, como Mendoza, establecen “la prohibición total de fumar en lugares cerrados con acceso de público”. Sin embargo, en otros artículos, estas leyes hacen alusión sólo a “productos elaborados con tabaco”. 

Ante esta situación, algunos países donde se comercializan los e-cig tuvieron que precisar las leyes vigentes. En España, por ejemplo, se prohibió el empleo de cigarrillos electrónicos en sitios públicos, como colegios, transportes y hospitales. Mientras que en Chile, donde la venta también es legal, aún existe un vacío a pesar de la modificación de la ley que se realizó en 2013.

Fuente: Mirada Profesional Farmacéutica

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