La hepatitis viral es una inflamación del hígado causada por
un virus. Hay cinco virus de la hepatitis diferentes, la hepatitis A, B, C, D y
E. Todos estos virus causan infección a corto plazo, o infección aguda. Sin
embargo, los virus de la hepatitis B, C y D también pueden causar infección a
largo plazo, denominada hepatitis crónica, que puede causar complicaciones
potencialmente mortales como cirrosis (cicatrización del hígado), insuficiencia
hepática y cáncer de hígado.
Prevención, diagnóstico y tratamiento
El virus de la hepatitis B (VHB) se transmite entre personas
a través del contacto con la sangre u otros fluidos corporales (por ejemplo, la
saliva, el semen y las secreciones vaginales) de una persona infectada. Cabe
señalar que es muy poco probable que pueda ser transmitido a través de besar o
compartir cubiertos. El virus de la hepatitis C (VHC) se transmite por contacto
directo con sangre infectada. En muy raras ocasiones, puede ser transmitido a
través de otros fluidos corporales, aunque esto no está claro en la actualidad.
Las vías más comunes de transmisión de los virus de la
hepatitis B o C son los siguientes:
- Transfusiones de sangre y productos sanguíneos usando sangre no analizada (en los países más desarrollados, la sangre se ha estado analizando desde 1990)
- Intervenciones médicas o dentales sin la esterilización adecuada de los equipos
- De madre a bebé durante la gestación
- Compartir material para inyectarse droga
- Compartir pajitas, billetes, etc. para esnifar cocaína
- Compartir cuchillas de afeitar, cepillos de dientes y otros objetos de uso doméstico
- Hacerse tatuajes y piercings si se utilizan equipos sin esterilizar
- En el caso de la hepatitis B, la infección también puede ocurrir a través de relaciones sexuales sin protección con una persona infectada. Si cree que podría haber estado en riesgo contraer hepatitis B o C, es importante que se haga la prueba.
Recibir la inmunización es la mejor forma de prevenir la
infección por hepatitis B. Más de mil millones de dosis de la vacuna contra la
hepatitis B se han utilizado desde la década de 1980 y ha demostrado ser eficaz
en aproximadamente el 95 % de los casos. En la actualidad, no existe vacuna
para la hepatitis C.
Diagnóstico
Para diagnosticar la hepatitis B, la sangre tiene que ser
analizada para comprobar el antígeno de superficie de hepatitis B (HBsAg). El antígeno HBs es una parte del virus y, por
lo general, aparece en la sangre de seis a doce semanas después de la
infección. Si la prueba es positiva,
tiene hepatitis B. En ese caso, su médico debe realizar más pruebas para
comprobar si la infección por hepatitis B es nueva o antigua, si está dañando a
su cuerpo o no, y si necesita tratamiento o no. Si ha eliminado naturalmente el
virus o si ha sido vacunado contra la hepatitis B, tendrá anticuerpos contra la
hepatitis B (anti-HB). El cuerpo los generó para destruir el virus. Si tiene
anti-HB, estará protegido contra una futura infección por el virus de la
hepatitis B.
En el caso de la hepatitis C, el médico primero tendrá que
comprobar si tiene anticuerpos contra la hepatitis C (anti-VHC). Si la prueba
es positiva, esto significa que o bien tiene el virus ahora, o lo ha tenido
anteriormente y lo ha eliminado. Los anticuerpos de la hepatitis C por lo
general tardan entre siete y nueve semanas en aparecer en la sangre después de
la infección. Si su sistema inmunitario está debilitado (por ejemplo, por VIH),
su cuerpo puede tardar más tiempo en producir anticuerpos contra la hepatitis C
o puede no producir ninguno en absoluto. Si la primera prueba es positiva, su
médico le hará una prueba para el propio virus (ARN de la hepatitis C). Si esta
prueba es también positiva, significa que tiene hepatitis C.
Si se le diagnostica hepatitis B o C, se enfrentará a muchos
retos, pero es mejor hacer frente a la enfermedad mentalmente, saber cómo
evitar la transmisión de la infección a otras personas y considerar sus
opciones de tratamiento y las estrategias de autogestión de la enfermedad lo
antes posible.
Para más información acerca de si podría estar, o haber
estado, en riesgo y cómo puede hacerse la prueba, póngase en contacto con
su grupo de pacientes local, que podrá
proporcionarle la información que necesita.
Tratamiento de la hepatitis B
Hepatitis B aguda: no suele ser necesario tratar una nueva
infección de hepatitis B en los primeros seis meses. Nueve de cada diez nuevas
infecciones desaparecen por sí solas, con o sin tratamiento. En esta etapa
temprana de la enfermedad, el tratamiento supone muy poca diferencia en las
posibilidades de curación. Los fármacos antivirales pueden ser solo necesarios
y útiles en casos aislados, si la infección aguda causa inflamación del hígado
muy agresiva.
Hepatitis B crónica: consulte con su médico acerca de su
situación. Algunas personas necesitan tratamiento, mientras que otras deben
esperar. El tratamiento no suele curar la hepatitis B, pero puede convertir una
infección “agresiva” de hepatitis B en una infección leve y así evitar que el
hígado sufra daños. Si la infección se considera leve, lo mejor sería
supervisarla y esperar hasta más tarde para recibir tratamiento. Puede tratar
la hepatitis B crónica con peginterferón o comprimidos, que son llamados
análogos de nucleótidos o nucleósidos.
El peginterferón alfa se administra mediante jeringa y
estimula el sistema inmunitario contra el virus. Este tratamiento puede tener
efectos secundarios, como fatiga, síntomas parecidos a la gripe, depresión,
problemas de piel y cabello y cambios en la química de la sangre, entre otros.
El tratamiento dura de 24 a 48 semanas y, mientras que no todos los pacientes
con hepatitis B responden bien al tratamiento con interferón, algunos tipos de
infección de hepatitis B sí lo hacen.
Por ejemplo, los pacientes con el genotipo A, HBeAg positivos, con
elevación de enzimas hepáticas pero SIN cirrosis, a menudo pueden reducir con
éxito la infección viral a un estado más leve. Su médico debe supervisar su
tratamiento con interferón estrechamente. El tratamiento con interferón no debe
utilizarse si ya tiene cirrosis en el hígado.
Los análogos de nucleótidos o nucleósidos se administran en
forma de comprimidos e impiden que el virus se propague en el organismo. Los
comprimidos tienen muy pocos efectos secundarios, e incluso los pacientes con
cirrosis pueden tomarlos. Sin embargo, los pacientes tienen que tomarlos todos
los días, durante varios años y, a veces, toda la vida. Si el virus se hace
resistente a un tipo de comprimido, podría dejar de funcionar y se deberá
añadir otro medicamento diferente al tratamiento para tratar de controlar el
virus. Su médico debe supervisar su carga viral (ADN de la hepatitis B) para
asegurarse de que el tratamiento está funcionando. No se olvide de tomar los
comprimidos, incluso aunque se sienta bien. Si se olvida de muchas dosis o
detiene el tratamiento antes de tiempo, la enfermedad puede llegar a ser peor
de lo que era antes. Si es posible, asegúrese de que tendrá acceso a la
medicación durante varios años antes de comenzar el tratamiento con comprimidos.
Tratamiento de la hepatitis C
En muchos países, el segundo trimestre de 2011 supuso la
llegada de un nuevo tratamiento estándar para las personas con el genotipo 1 de
la hepatitis C. El boceprevir (Victrelis) y el telaprevir (Incivek/Incivo), que
son inhibidores de la proteasa que se toman por vía oral y se añaden al
tratamiento con interferón alfa pegilado y ribavirina en combinación, se
introdujeron en diferentes países dados sus índices de éxito significativamente
mayores.
Interferón alfa pegilado y ribavirina: esta sigue siendo la
terapia de primera línea elegida para los pacientes con hepatitis C con
genotipos 2, 3, 4, 5 y 6. También se utiliza para tratar a pacientes de
hepatitis C con genotipo 1 en los países en los que los nuevos inhibidores de
la proteasa no han sido aprobados todavía o donde las decisiones sobre cómo
poner en marcha los medicamentos no se han tomado aún.
El uso de interferón pegilado alfa y ribavirina cura a
aproximadamente la mitad de todos los pacientes con hepatitis C, aunque
significativamente a más pacientes con algunos genotipos. Un paciente se
considera curado si no hay virus en la sangre seis meses después del final del
tratamiento. Esto es diferente de la terapia de la hepatitis B, que controla la
infección en lugar de curarla. El interferón se administra mediante jeringa y
la ribavirina está disponible en comprimidos. El tratamiento puede tener
efectos secundarios, como fatiga, síntomas parecidos a la gripe, depresión,
problemas de piel y cabello y cambios en la química de la sangre. Por lo tanto,
el tratamiento debe ser supervisado por un médico o clínica cualificados. La
duración del tratamiento difiere entre cada paciente. Lo normal son de entre 24
a 48 semanas de tratamiento, pero en algunos casos se pueden recomendar 72
semanas. Existen varios subtipos del virus de la hepatitis C, que se denominan
genotipos. No parecen influir en el desarrollo de la enfermedad, pero responden
de manera diferente al tratamiento. Los pacientes infectados con los genotipos 1,
4, 5 y 6 son más difíciles de curar que los infectados con los genotipos 2 y 3.
Hay una serie de nuevos tratamientos para la hepatitis C que
están en desarrollo.
Fuente: World Hepatitis Alliance
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios con contenido inapropiado no serán publicados. Si lo que Usted quiere es realizar una consulta, le pedimos por favor lo haga a través del link de Contacto que aparece en este blog. Muchas gracias