Se habían implantado las PIP truchas, se las sacaron y
ahora temen por las prótesis que provocarían cáncer.
Cuando se supo que las siliconas de la marca
PIP estaban hechas de gel industrial y que se rompían con facilidad, miles de
mujeres en Argentina entraron en pánico. Sin embargo, muy pocas lograron reunir
el dinero necesario para quitárselas y ponerse otra marca de prótesis. Lo
concreto es que ahora que los implantes de mama vuelven a estar en la mira
mundial –se está estudiando si están asociados a un raro tipo de cáncer– son
ellas, las privilegiadas que pudieron reoperarse, quienes sienten que todo
puede volver a empezar.
“Siento mucha bronca”, dice a Clarín Paola Chico, 33 años,
una de las 686 mujeres argentinas que forman parte de una demanda colectiva
contra la empresa (en Francia) que busca que las indemnicen. “Es una de las
pocas que lograron reoperarse para sacarse las PIP”, señala la abogada que
agrupa a las mujeres afectadas, Virginia Luna. “Sólo 1 de cada 10 afectadas en
Argentina se sacaron las siliconas defectuosas, el resto está esperando la
indemnización porque no tienen el dinero suficiente”, Quitarse las siliconas
“truchas” y colocarse unas “confiables” en el sistema privado cuesta, en
promedio, 45.000 pesos.
“Hace más de tres años, cuando supe lo que pasaba con las
PIP, me fui a hacer un control: estaban las dos prótesis pinchadas. Me quise
morir. Logré volver a operarme y ahora resulta que tengo Allergan. No puedo
creer que estoy saliendo de una y empieza otra”, se lamenta Paola. El problema
es que 14 de las 18 mujeres de Francia que tienen el linfoma anaplásico de
células grandes tenían prótesis del fabricante estadounidense Allergan. “Ahora
siento bronca y miedo: ¿no era que ahora sí me habían puesto las mejores del
mercado?”
“Recibí 10 llamados en una hora. Están todas muy alarmadas”,
agrega Luna. Gabriela Albella, 42 años, no hace ni dos años que se sacó las
PIP. “Me puse los primeros implantes con tanta expectativa y después surge que
estaban adulterados. Me vuelvo a operar con toda la ilusión y ahora pasa ésto,
para mí es otra patada. Me genera mucha angustia: ahora no sé si no me puse
algo peor de lo que tenía”, dice. “Después de sacarte las siliconas truchas
pensás que ya pasó, que no vas a pasar por ese miedo a tener una posible
enfermedad. Y cuando me estaba relajando, otra vez aparece la duda. Quiero
pensar que está todo bien”.
Gabriela se había puesto prótesis después de bajar 40 kilos:
por eso no puede simplemente quitarse los implantes y olvidarse del problema.
La piel de esa zona ya está demasiado estirada.
Fuente: Clarín
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