
Todos los días, unos seis millones de argentinos consumen
algunos de los medicamentos recomendados para controlar el colesterol. Las
cifras, afirman los especialistas, muestra el avance de este problema, que en
algunos casos está “descontrolado”. Si bien una buena dieta y un aumento de la
actividad pueden ayudar a bajar los niveles en sangre, muchas personas recurren
a los fármacos como forma de evitar ese esfuerzo. El año pasado, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió sobre los problemas que tienen
muchos pacientes para seguir un tratamiento eficaz, al punto de que solo una
minoría son conscientes de su enfermedad. Cuáles son los fármacos más usados
para esta afección.
Se estima que el colesterol afecta a un 30 por ciento de la
población, según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo. El
crecimiento de este mal se debe, en gran parte, a los problemas de alimentación
y el sedentarismo. Por eso, se disparó el consumo de medicamentos contra este
mal. Según publicó el fin de semana pasado el diario Perfil, existen 109
productos disponibles.
El colesterol se trata con medicamentos a base de estatinas,
y los expertos dicen que los pacientes deben encarar una dieta baja en grasas
saturadas antes de comenzar un tratamiento con esos fármacos. Casi seis
millones de argentinos consumen regularmente estatinas, las drogas que bloquean
una enzima del hígado que produce el colesterol malo, de baja densidad (LDL).
En los últimos diez años, la comercialización de estos medicamentos subió en
promedio 30 por ciento, según datos aportados por la misma nota del diario
Perfil.
Actualmente hay seis tipos de estatinas que se venden en el
país, algunas de ellas asociadas, por ejemplo, con antihipertensivos. Para cada
una de las cuales existen varias marcas comerciales, lo que totaliza 109
productos disponibles en el mercado.
“Las estatinas son una de las drogas más potentes que hay
para controlar el colesterol, ya que actúan a nivel del hígado promoviendo la
absorción de las partículas de LDL”, explicó Alberto Alves de Lima, director de
Docencia e Investigación del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires. “De
acuerdo con las guías internacionales, si un paciente tiene colesterol alto
siempre primero tiene que iniciar un cambio en la alimentación y hacer actividad
física. Después, dependiendo de la presencia de factores de riesgo y la edad se
puede comenzar un tratamiento con estatinas”, sostuvo.
El colesterol es una sustancia grasa vital para el
funcionamiento del organismo. El cuerpo produce la mayor parte en el hígado
pero también es fuente de colesterol una dieta inadecuada, rica en grasas
saturadas presentes en carnes rojas, los lácteos enteros, los embutidos y los
chacinados. El problema es cuando el colesterol sube desproporcionadamente, ya
que tiende a depositarse en el interior de las arterias y reducir el flujo de
sangre que llega al corazón y al cerebro. “El colesterol elevado es uno de los
principales factores de riesgo cardiovascular junto al tabaquismo, la hipertensión
y la diabetes”, manifestó Jorge Lerman, presidente de la Fundación Cardiológica
Argentina.
Para el médico cardiólogo, las estatinas son drogas
extremadamente eficaces para controlar el colesterol y, de esta forma, prevenir
las enfermedades del corazón. Pero el medicamento no sustituye la dieta. “Hay
que erradicar la idea de ‘me como un chorizo y un chinchulín todos los días,
total después me tomo la pastilla’. No hay que olvidar que todos los
medicamentos tienen sus efectos adversos. Las estatinas no están exentas”,
advirtió.
Algunos de los resultados del estudio publicado por la OMS
fueron comparados con datos locales, como los que surgen del estudio Carmela,
que evaluó la prevalencia de los factores de riesgo cardiovascular en varias
ciudades de América latina. Según ese trabajo, por ejemplo, el 81 por ciento de
los porteños se midió al menos alguna vez sus niveles de colesterol en sangre.
"Si bien éste fue el mejor porcentaje de la región -en
ciudades como México, Bogotá o Santiago de Chile sólo el 50 por ciento se había
medido el colesterol-, esto deja casi un 20 por ciento que nunca en su vida se
hizo un estudio de colesterol", comentó Carlos Boissonnet, cardiólogo del
Cemic y coordinador de epidemiología de la Fundación Interamericana del Corazón,
institución que llevó adelante el Carmela.
Entre los efectos colaterales de estas drogas, la Agencia de
Control de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas
en inglés) menciona: posible daño hepático; problemas cognitivos, tales como
pérdida de la memoria, olvidos y confusión; el riesgo de incrementar los
niveles de azúcar en sangre y de desarrollar diabetes tipo 2 y la posibilidad
de daño muscular (ver recuadro). Sin embargo, todos los estudios concluyen que
“los beneficios cardiovasculares superan ampliamente los riesgos”. “Las
estatinas son medicamentos que deben ser tomados con prescripción médica y bajo
control médico”, remarcó Eduardo Esteban, presidente de la Sociedad Argentina
de Lípidos.
A pesar de los riesgos, ¿se deben administrar estatinas en
personas sanas? “En pacientes que sólo tienen colesterol alto, la indicación es
hacer ejercicio y una dieta que incluya más frutas y verdura y menos grasas de
origen animal. Si se llega a recetar estatinas es porque que esas personas no
cambiaron su estilo de vida”, explicó Esteban.
“En cambio, en personas que fuman, tienen hipertensión u
otro factor de riesgo que hacen que la pared arterial no esté preparada para el
colesterol, se necesitan niveles mucho más bajos que los normales. A ese
colesterol no se llega con dieta y ejercicio y por eso se necesitan las
estatinas. Como decían los maestros: uno tiene la edad de sus arterias, no la
biológica. Por eso más gente tiene el colesterol alto”, concluyó.
Fuente: Mirada Profesional Farmacéutica
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